La gesta

Don José María Marín Correa, ha tenido la amabilidad de enviarnos la siguiente sinopsis que incluimos en la Web de la Hermandad

I.- LA GESTA ES UN EPISODIO DE LA GUERRA CIVIL 1936-1939

 

Cualquier reflexión o relato de un acontecimiento histórico debe ser situado dentro del marco temporal en que tiene lugar y debe ser, en su caso, identificado como parte de un todo, si así ha sucedido.
Es absolutamente cierto que el asedio y la defensa del Alcázar de Toledo constituye un hecho histórico que debe ser enmarcado como un episodio acaecido dentro de la guerra civil española, desarrollada entre el 17 de Julio de 1936 y el 1 de Abril de 1939.
Esto explica que sea valorado y hasta narrado de manera muy diferente (a veces diametralmente contradictoria) por los respectivos partidarios de quienes se enfrentaron en aquella guerra.
Para unos en un hecho más de la sublevación militar contra el poder constituido; y para otros es una gesta de quienes se sublevaron en defensa de España.
Ello hace imprescindible una breve reseña de la situación que desembocó en la sublevación militar.
Y, como la mejor síntesis de esa situación, habrá que recordar la muerte del segundo jefe de la oposición parlamentaria, en aquellas fechas, que era D. José Calvo Sotelo. Y, junto a esta muerte, recordar también, que al mismo tiempo que el coche policial donde se produjo el hecho, había salido del cuartel de la policía situado en la calle Pontejos de Madrid, un segundo vehículo policial, cuyo objetivo era el primer jefe de esa oposición parlamentaria, D. José María Gil Robles, que tuvo más suerte que su compañero de Parlamento, pues se encontraba ausente de Madrid y no fue habido por quienes le buscaron en aquella trágica madrigada del 13 de Julio de 1936.
Es como si ahora nos dijeran que dos vehículos policiales habían acudido a los respectivos domicilios de D. Mariano Rajoy y de Dª Dolores de Cospedal, con intención de secuestrarlos y darles muerte en los propios coches oficiales.
Ante esta situación, unos justifican la sublevación militar, y otros siguen tachándola de golpe de Estado contra el orden constitucional.
Para no opinar por propia cuenta, traigo los testimonios que he encontrado de las reacciones de quienes ejercían el poder político en España y dirigían los partidos que formaban parte del Gobierno español, en aquella fecha. (página web de Eduardo Palomar)
D. Julián Zuazagoitia, director del periódico “El Socialista”, y después Ministro de la Gobernación, en el Gobierno presidido por D. Juan Negrín (18 de mayo de 1937), hizo el siguiente comentario: “¡Este atentado es la guerra!”.
Cuando él mismo Sr. Zuazagoitia le comunicó la noticia a D. Indalecio Prieto (que estaba cerca del cabo Machichaco) recibió esta contestación “Julián, esto es la guerra”, a lo que, a su vez respondió el Sr. Zuazagotia: “Ya lo sé y por eso le pido que se venga a Madrid inmediatamente. Aquí va a hacer falta”.
La misma expresión “esto es la guerra” fue pronunciada por el Presidente de la República, D. Manuel Azaña.
Y mucho más contundente fue lo escrito por D. Francisco Largo Caballero, el día 16 de Julio en el periódico “Claridad”, donde consta, como puede verse en cualquier hemeroteca bien cuidada: “La lógica histórica aconseja soluciones más drásticas. Si el estado de alarma no puede someter a las derechas, venga, cuanto antes, la dictadura del Frente Popular. Dictadura por dictadura, la de izquierdas. ¿No quiere el Gobierno? Pues sustitúyasele por un Gobierno dictatorial de izquierdas.. ¿No quieren paz civil? Pues sea la guerra civil a fondo. Todo menos el retorno de las derechas”.
II EL COMIENZO INMEDIATO

 

Conocida la sublevación del ejército de África y en otros puntos de España, el Comandante militar de la plaza y provincia de Toledo, Coronel D. José Moscardó Ituarte regresa desde Barcelona a la capital, reúne a los Jefes y Oficiales de la guarnición y acuerdan unirse al alzamiento.
Se dicta y proclama el bando del estado de guerra y cuando el General Riquelme (contrario a los sublevados) anuncia que envía una columna para tomar Toledo, se prepara una primera línea de defensa en el Hospital de Tavera (vulgo de afuera), al mando del Comandante D. Ricardo Villalba Rubio. Simultáneamente el Comandante de Artillería D. Pedro Méndez Parada con la colaboración de mandos de la Fábrica de Armas y de doce Tenientes de Artillería que estaban en Toledo siguiendo un curso de armamento, suben al Alcázar cerca de un millón de cartuchos de fusilería. Sin la defensa del Hospital de Tavera, que propició este aprovisionamiento, y sin estos pertrechos de municiones, la defensa del Alcázar no hubiera sido posible.
La resistencia en el Hospital de Tavera decae por la desproporción entre defensores y atacantes. Se da la orden de retirarse al Alcázar, realizada sin sufrir ninguna baja, y se organiza la defensa, que inicialmente no se reduce al edificio propio del Alcázar, sino que se amplia hasta las edificaciones colindantes que eran el comedor de tropa, el picadero, y el gobierno militar.
Entre tanto, todos los puestos de la Guardia Civil dependientes de la Comandancia de Toledo, han recibido orden de concentrarse en el Alcázar y han venido los guardias, en su mayoría acompañados de sus familias inmediatas. Fueron estos guardias civiles el núcleo más numeroso de defensores armados, con la formación y el espíritu castrense que les caracteriza.

 

III EL ASEDIO, LOS BOMBARDEOS, LAS MINAS, LOS ASALTOS

Dominada la ciudad por los milicianos gubernamentales se aísla al Alcázar, se corta el suministro de agua, de electricidad y de teléfono, y se establece un cerco de posiciones y parapetos de guerra.
Pocos días después, se restablece, ocasional y excepcionalmente, la comunicación telefónica del Alcázar para que el auto titulado “Jefe de las milicias socialistas de Toledo”, conmine al Coronel Moscardó la entrega (en diez minutos) del Alcázar, que, de no producirse, acarreará el fusilamiento del hijo del Coronel, Luis Moscardó Guzmán, a quien tienen apresado. La conversación entre el padre y el hijo es un ejemplo de fe religiosa, patriotismo y honor que queda para la Historia. Luis Moscardó no fue fusilado entonces. Se le mantuvo en la cárcel hasta que en la madrugada del 23 de Agosto los milicianos dieron muerte a todos los presos, como reacción irracional porque un avión del Gobierno que había ido a bombardear el Alcázar, erró en la puntería y mató a unos once milicianos de los que asediaban la fortaleza. Luis Moscardó murió atado con el Deán de la Catedral de Toledo, D. José Polo Benito, que ha sido beatificado como mártir.
La artilleríaLos ataques que se iniciaron casi inmediatamente fueron los disparos de artillería, sin oposición ninguna por parte de los sitiados, que carecían de cualquier arma capaz de silenciar a las piezas de artillería.
Estadísticas fiables revelan que fueron 20 piezas de artillería las emplazadas contra el alcázar. 9 del calibre del 15,5; 4 del calibre 10,5 y 7 del calibre 7,5. Efectuaron unos 10.000 disparos.
Hay que señalar que el primer oficial que fue destinado a mandar una batería para disparar contra el alcázar, el Alférez Sr. Durán Garlito, derivó intencionadamente la puntería hacia la fábrica de armas, negándose a disparar contra sus compañeros. Fue fusilado al pie de las piezas. Está enterrado en la cripta del alcázar, junto con los defensores del baluarte y le fue concedida la cruz laureada de San Fernando.
La aviaciónTambién sin otra posible dificultad que disparos de fusilería desde tierra, la aviación arrojó unas 500 bombas sobre al alcázar, aparte de 85 latas con líquido inflamable, y dos ocasiones en que arrojaron gases lacrimógenos, en unos 120 ataques aéreos.
Las minasSeguramente el instrumento de destrucción mas poderoso utilizado contra los sitiados. Fueron tres, de las cuales la más peligrosa, porque no necesitó galería sino que aprovecho una salida de aguas, no fue utilizada con acierto, y quedo casi por entero fuera del perímetro del edificio. Su efecto indirecto fue que provocó una gran columna de polvo y humo, que llegó a ser vista por los libertadores, quienes apresuraron su marcha, temiendo que los defensores sucumbieran si llegaban más tarde.
Providencialmente se encontraba entre los sitiados un Teniente de Ingenieros, D. Luis Barber Grondona, destinado en Marruecos y que había venido a Toledo a viffsitar a unos familiares. El intentó cortar la perforación de la galería de la mina, no lo consiguió, pero calculó casi al centímetro hasta donde podrían llegar sus efectos, y allí se acumularon muebles y enseres para contener el derrumbamiento de muros y la onda expansiva. También su intervención tuvo un valor importantísimo en la defensa.
Los ataques
Inmediatamente después de la primera mina se produjo el más serio asalto de los sitiadores. Por los documentos de órdenes del día se puede calcular que eran alrededor de 12.000 asaltantes (nunca menos de 10.000) frente a los poco más de 1000 sitiados combatientes.

Llegaron a coronar los escombros de la fachada principal; pero fueron finalmente rechazados.
Sucesivos asaltos, ya menos violentos por haber comprobado la capacidad de resistencia de los defensores, y que se repitieron hasta el día 26 de Septiembre fueron rechazados

IV LA RESISTENCIA

a) Militar.
La vida en el Alcázar se militariza; pero con el orden propio de un plaza militar. Se señalan las raciones, se ordenan los servicios y hasta se monta un avisador, que previene cuando se producen los disparos de la artillería asediante.
Hasta el primer asalto llevado a cabo inmediatamente después de la explosión de la primera mina, las bajas fueron mínimas porque había mucha precaución respecto de los disparos de la artillería, y no había combates vivos con los sitiadores. Repasando las relaciones de muertos en acción de guerra, con sus fechas respectivas, resulta que entre el 23 de Julio y el 17 de Septiembre (el día 18 fue la primera mina) es decir en 59 días, hubo 43 muertos, y desde el 18 al 28 de Septiembre (11 días) hubo 49. (Datos sacados de la relación que figura como anexo en el libro del P. Risco: “La epopeya del Alcázar de Toledo”).
El Coronel jefe de la defensa redactaba cada día el correspondiente en el “Diario de Operaciones”, y se formulaba la correspondiente “Orden del Día”, propia de un centro militar.
Al tener noticia de que el gobierno republicano había propalado la falsedad de que el Alcázar se había rendido, el capitán D. Luis Alba se ofreció voluntario para intentar cruzar a zona liberada y comunicar la resistencia. Autorizado por el mando salió del alcázar, pero a 30 kms. de Toledo fue sorprendido e identificado y muerto en una cuneta de la carretera sin formalización de causa. Se le concedió la cruz laureada de San Fernando.
b) Subsistencia

 

La población residente precisaba de alimentos y de agua. Se trata de unas 1800 personas.
Un defensor reveló al Coronel Moscardó que en las proximidades del Alcázar había un depósito de trigo, propiedad del Banco de España, que lo tenía como consecuencia de préstamos hechos a agricultores. En sucesivas y muy trabajosas salidas nocturnas fueron acarreados numerosos sacos de trigo. El primer día fueron 23 de a 90 Kg. cada uno (P. Risco).
Los guardias civiles que se había concentrado en el Alcázar habían traído varios caballos, y con el ganado de la academia se contó con 97 caballos y 24 mulos de tiro. Este fue el alimento principal, con poca o ninguna sal, y con el pan que era del trigo requisado, molturado con un molino de piensos, movido con el motor de una vieja motocicleta para la que no faltó gasolina.
El agua se racionó a un litro por persona y día para bebida y aseo. No había para más.
El alumbrado eléctrico cortado fue sustituido por candiles en los que se quemaba grasa de los caballos sacrificados para el alimento
c) Refugios

A las mujeres y a los niños se les alojó en los sótanos más profundos, proporcionándoles colchonetas y jergones para sustituir a las camas inexistentes.
El horno y la cocina fueron trasladados varias veces porque el humo les hacía localizables para la artillería enemiga.
d) Sanidad
Desgraciadamente tampoco había una gran clínica y menos un hospital. Entre los Médicos, ninguno era Cirujano. Sin embargo practicaron amputaciones y no hubo muertes directamente causadas por falta de tratamiento. Al fin del asedio faltaban anestésicos y así “el ángel del Alcázar” como se llamó al joven Antonio Rivera, aguantó la amputación del brazo izquierdo, sin anestesia, a la que renunció para que hubiera para otra intervención.
e) Vida espiritual


Sin que hubiera ningún sacerdote entre los sitiados, ellos organizaron rezos comunes, para las fiestas señaladas que concurrieron en los días del asedio, y ante una imagen de la Inmaculada de la capilla de las hermanas de la caridad que atendían la enfermería de la Academia, se hacían novenas, turnos del rosario, etc.
De estas devociones y cultos, nació la idea de la Hermandad de Nuestra Señora Santa María del Alcázar, que fue el titulo con que se identifica la imagen ante la que rezaron los sitiados.
Cuando el comandante D. Vicente Rojo parlamentó para ver si obtenía la rendición, le pidieron que dejaran entrar a un sacerdote. Solo dejaron que durante breves horas acudiera el canónigo de Madrid, Sr. Vázquez Camarasa, quien celebró una Misa, dio una absolución general y administró el viático a los heridos más graves.
f) El periódico
Una colectividad tan significativamente numerosa tan heterogénea, y en las condiciones de los sitiados, precisaba de comunicación y de información. Así nació “El Alcázar” hoja impresa a ciclostil en la que se daban notas interiores, ánimos y noticias derivadas de las informaciones de los sitiadores. Es decir, como no podían captar otras emisoras de radio que las de Madrid, tenían que deducir la realidad de los que allí se dijera. Cuando se hablaba de violentos combates en Navalmoral de la Mata, es que las tropas ya estaban allí. Y si se decía que la aviación había bombardeado posiciones enemigas en Talavera de la Reina, es que hasta allí había llegado ya la columna que podría romper el asedio.
Grandes noticias fueron, por ejemplo, el haber podido oír a la hija del Coronel Moscardó hablar en Radio Club portuguesa, captada muy mal y solo una vez; y la recogida de fardos con víveres que fueron lanzados en dos ocasiones por la aviación “nacional”, y que, además, contenían mensajes de aliento para los defensores de los Jefes respectivos de las columnas del Norte (General Mola) y del Sur (General Franco).

 

V. LA LIBERACION

La columna procedente de Andalucía, reforzada con banderas de la legión y tabores de regulares alcanzaron a entrar en el alcázar en la tarde del día 27 de Septiembre. Muchos de los milicianos sitiadores, volvieron a sus cuarteles de noche sin enterarse de lo que pasaba.

El entusiasmo de los sitiados, ya liberados, fue indescriptible.

Al día siguiente acudió al alcázar el general D. José Enrique Varela Iglesias, ante quien se cuadró el Coronel Moscardó y en primer tiempo de saludo le dirigió la histórica frase que retrata a un héroe: “Sin novedad en el Alcázar, mi General!”
J.M.M.